Inflación
Panorama actual:
Actualmente dos temas dominan la agenda en los medios periodísticos y el ámbito político y económico: gasto público e inflación. Sobre el primero mucho se ha dicho, enfatizando alternativamente sobre la brecha entre ingresos y gastos, la discrecionalidad del gasto, las vías de financiamiento, etc. Las condiciones macroeconómicas actuales permiten vislumbrar que, salvo escenarios realmente extremos, la situación fiscal hacia 2011 está relativamente bajo control: el déficit fiscal (como porcentaje del PBI) es moderado pero aún más bajo que en crisis anteriores; bajo ratio deuda / PBI; condiciones externas aún positivas; entre otras. Es por ello que aquí analizamos la inflación, a la que consideramos como el principal desafío a enfrentar.
Asimismo, los datos de febrero vuelven a marcar un alerta en el frente inflacionario. De acuerdo con el relevamiento de Buenos Aires City los precios se incrementaron un 2,9% mensual (2,8% de acuerdo a FIEL), lo que implica una variación anual del 18%. Para peor, el alza de precios continúa acelerándose1: en febrero la tasa de inflación anualizada fue de 41%, frente a 31% de enero, 24% de diciembre y 17% de noviembre.
Respecto al fenómeno inflacionario se dan explicaciones contrapuestas entre oficialismo y sectores opositores. La posición gubernamental puede resumirse (de forma simplificada) al decir que la inflación es un fenómeno "de oferta": la expansión de la demanda agregada (estimulada por la política económica) ha llevado la capacidad productiva a su máximo potencial y es la escasez de bienes y servicios en sectores estratégicos lo que explica el aumento de los precios. Se combina esta explicación con el poder de mercado en ciertos sectores, en los cuales los empresarios deciden aumentar los precios en contra de los consumidores para incrementar su rentabilidad. De acuerdo con esta visión, la solución a la inflación es simple: expandir el crédito a las empresas para que éstas inviertan y puedan satisfacer la demanda de bienes vía aumento de cantidades y no de precios; además de una política de defensa de la competencia que permita "desconcentrar" los mercados con competencia restringida.
