La ciudad frente al nuevo fenómeno del desarrollo competitivo.
En las condiciones del nuevo escenario configurado por los procesos de globalización y ajuste estructural, la principal problemática que enfrentan los responsables locales del conjunto de las ciudades argentinas, está centrada en cómo mejorar la respuesta local ante cambios turbulentos en los mercados, la aparición de las nuevas tecnologías y el aumento de la competencia empresarial y territorial. A ello se une la creciente presión de las demandas sociales por mejorar, o al menos mantener, las condiciones de vida y trabajo. Esto es, poner en marcha un adecuado proceso de desarrollo local.
Es que el cambio estructural y la globalización económica tienen efectos desiguales en cada territorio. Ello obliga a los responsables políticos e institucionales con actuación en el ámbito local y regional, a diseñar políticas para encarar estos desafíos desde la especifidad de cada lugar, y crear la institucionalidad apropiada para el desarrollo territorial, como resultado de la concertación estratégica del conjunto de la sociedad local.
El desarrollo es un fenómeno fuertemente localizado, que se debe planificar, organizar y gestionar desde cada unidad territorial con capacidad de decisión estratégica, como son las ciudades. Y las acciones que instrumenten la estrategia de desarrollo adoptada en la ciudad, deben promover la dinamización empresarial y la utilización más eficaz posible de todo el potencial de desarrollo disponible o incorporable al territorio local.
De lo que se trata, es de lograr una mejora sistemática, continua y duradera de la productividad y la competitividad global del sistema productivo - territorial local, junto con la mejora del nivel y la calidad de vida de la ciudad/región, a través de la utilización plena y la revalorización de los recursos y activos locales, con la adecuada inserción de impulsos y recursos estratégicos exógenos.
En la ultima década, nuestro país ha atravesado un profundo proceso de reestructuración de su base económica y redefinición de roles para el Estado y el sector privado, orientado a garantizar la estabilidad macroeconómica y el funcionamiento de los mercados. Pero el ajuste estructural no puede limitarse a eso. Se requiere que las políticas macroeconómicas vigentes sean acompañadas con políticas microeconómicas (introducción de innovaciones productivas, de gestión y comercialización en el tejido productivo local) y políticas mesoeconómicas, es decir, aquellas destinadas a la creación de entornos innovadores para el fomento empresarial, sobre la base de la concertación estratégica de actores públicos y privados. Esta orientación sistémica, implica asumir que la competitividad de la empresa es resultado del esfuerzo organizativo e institucional del conjunto de la sociedad y no sólo del correcto desempeño de los mercados.